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Todo comenzó en Australia, país natal de sus fundadores. Allí dos jóvenes diseñadores industriales decidieron abrir una tienda donde se fabricaba caramelos siguiendo una receta tradicional australiana. En poco tiempo, se pasó a un total de 5 tiendas en Australia, 3 de las cuales eran franquicias.

Los fundadores de Privalia, José Manuel Villanueva y Lucas Carmé, son dos jóvenes (muy jóvenes) empresarios catalanes que se conocieron en Madrid mientras trabajaban como consultores de empresa. Pensaron que si a través de Internet se podían vender viajes, plazas hoteleras, libros, etc., por qué no intentarlo con la ropa de lujo y complementos. De esa idea inicial se fue configurando poco a poco lo que hoy conocemos como Privalia.

Félix Revuelta, fundador y dueño de Naturhouse confiesa que entró en el mundo de la dietética por casualidad. Sin embargo, no le ha ido nada mal: sus más de 1.800 tiendas repartidas en más de 23 países le avalan.

A comienzos de la década de los setenta abrió un pequeña consultoría para aconsejar a empresas que atravesaran problemas económicos. Fue entonces cuando entró por primera vez en contacto con el mundo de la nutrición.

Lo que comenzó como una única tienda de arreglos y costura en Barcelona se ha convertido en poco tiempo en toda una red de tiendas y franquicias.
Miguel Martínez, el alma y fundador de La Yaya Costurera, supo ver que en esta era no queda tiempo para coser. Además, las nuevas generaciones ni siquiera saben coser. Es así como se planteó crear la primera tienda, donde hacían servicio de sastrería, modistería y peletería.

El caso de Anita Roddick es uno de los más estudiados en Marketing, ya que resume de forma brillante cómo una filosofía de empresa acertada puede llevar a grandes éxitos.

Anita Roddick nació en Inglaterra en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Viajó alrededor de todo el mundo gracias a un empleo en las Naciones Unidas. Ese viaje le permitió conocer nuevas culturas y nuevos métodos naturales de belleza.

Los orígenes de Desigual arrancan en Ibiza, isla en la que Thomas Meyer se instaló en los años 80. Una partida de 3.000 pantalones vaqueros sin vender y la necesidad de darles salida llevaron a este emprendedor a fabricar cazadoras con los retales sobrantes de los pantalones. La prenda llegó a ser un boom durante varias temporadas y se reveló como una máquina de hacer dinero.